La expedición encabezada por Juan Sebastián Elcano y Fernando de Magallanes se convirtió en la primera en recorrer y descubrir lo desconocido, sin auxilio alguno y con unos tripulantes con sendos conocimientos sobre el mar. Este hito tuvo lugar entre 1519 y 1522, época en la que la seguridad de los diferentes navegantes que se embarcaban en distintas aventuras no estaba garantizada.
El principal sustento de los expedicionarios que iniciaron esta aventura pasó a ser el reconocimiento, el poder disfrutar de una vida sin preocupaciones en la que el viaje de regreso se convirtió en un regalo. No obstante, el objetivo principal, allá por 1519, no era dar la vuelta al mundo, sino continuar explorando territorios desconocidos, entre los que destacaba la costa sudamericana y la exploración de diferentes vías de ingreso al Oeste. Además, otro de los motores de la tripulación fue el de localizar y hacerse con las especias de las Islas Molucas. En consonancia con la situación de la época y con los diferentes tratados firmados luego del descubrimiento de América, los obstáculos eran varios y el movimiento en el mar contaba con limitaciones que dificultaban los propósitos iniciales de la tripulación.
Este viaje comenzó con cinco naos denominadas Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago; todas ellas partieron de forma individual desde el río Guadalquivir con la finalidad de reunirse en Sanlúcar de Barrameda, localidad en la que permanecieron hasta el 20 de septiembre, tal y como rezaban las crónicas de Antonio Pigafetta.